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Allí empezó todo

Y a todo esto… ¿qué pensará Dios de los Vatileaks?

Publicado: 2012-06-16

Esta es una pregunta que por supuesto soy incapaz de responder, pero que de todas maneras planteo como estímulo para la reflexión. Si Dios tiene los atributos que la teología le asigna, entonces no se informa de lo que ocurre en el Vaticano a través de la prensa. Nosotros, en cambio, sí. Este es mi punto de partida.

Pero para encauzar bien esta breve consideración, quiero transcribir un clásico del humor religioso, el chiste de los religiosos desnudos. Dice así:

Un pastor, un cura y un rabino paseaban por un bosque y llegaron a una laguna. Como hacía mucho calor decidieron darse un baño. Al salir vieron unos frutales y fueron desnudos a coger unas manzanas. De pronto aparecieron unas señoras de excursión. El pastor y el cura corrieron cubriéndose los genitales y el rabino tapándose la cara. De retorno a la ciudad, el cura y el pastor preguntaron al rabino por qué no se tapó allí abajo. Este contestó: “No sé cómo será en sus comunidades, pero en la mía a uno lo reconocen por la cara.”

Es muy bueno y se le puede sacar mucho provecho. Yo lo vincularé con lo que leemos que ocurre actualmente en Roma.

Cuando los cardenales de la curia romana mueran (cosa que la mayoría acostumbra hacer en algún sorpresivo momento de su sétima u octava década), llegarán a los pocos segundos a las puertas de cielo y lo harán totalmente desnudos. La tradición popular asegura que a los difuntos los recibe san Pedro en persona, con mayor razón si se trata de cardenales. Si son admitidos —y algunos podrían no serlo—, pasan entonces a gozar de la presencia eterna de Dios. El trámite de admisión es el que me interesa. Se supone que no es san Pedro el que toma la decisión final, sino Jesucristo, que está sentado a la derecha del Padre. Si nos atenemos a la teología, ese flanco derecho llamado Jesucristo parece ser el primer aspecto visible de Dios, frente al cual los difuntos tienen que comparecer antes de pasar a gozar plenamente de la divinidad o, en su defecto, antes de ser arrojados al infierno. Hasta el papa pasará por el trance del juicio final.

Aquí es cuando el chiste de los calatos muestra su verdad. Mientras vivían en Roma, los cardenales se paseaban y bañaban desnudos, porque estaban entre ellos, ¿quién más los iba a ver? Pero de pronto se oyeron voces femeninas, que son las voces de los laicos de todo género, y de muchas monjas y algunos curas. La historia es larga; pero si nos centramos en su capítulo más reciente, vemos que los cardenales se espantaron hace poco con una tal María, el nombre clave de quien soltó los Vatileaks, y el efecto que ahora expone la prensa mundial es una curia que corre de un lado a otro para tapar sus muchas vergüenzas.

Iban por manzanas (tomen nota del símbolo), fueron sorprendidos por mujeres (¿por qué no habría de tronar la voz femenina de Dios?), y ahora corren como gallos sin cabeza. Pero solo se tapan los genitales, no pueden ocultar el rostro masculino de la curia. Si realmente tuvieran vergüenza, se cubrirían la cara para siempre; si tuvieran fe, los frenaría el verdadero temor de Dios, que ciertamente desconocen. En la práctica, son ateos. Más aún, no son sujetos, ni siquiera son personas. En realidad, ya han muerto. Lo que vemos son solo unos espectros confinados en el viejo juego de poder; y los vemos porque están revestidos de ornamentos, capas y fustanes que ya no los encubren más.

Consumidos en la hoguera de las vanidades... si el infierno existe, se tiene que parecer mucho es ese despelote vaticano que la prensa nos regala a diario y que hasta ahora nadie ha podido desmentir.


Escrito por

Luis Eduardo Bacigalupo

Anti-filósofo, profesor de filosofía dedicado al estudio de la religión, creyente escéptico, malleus maleficorum... etc.


Publicado en

El Ojo de Timón

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