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Young Ratzinger

El Papa Ratzinger y la libertad (1/2)

Publicado: 2012-10-29

La reciente aparición de una carta inédita de Karl Rahner revela que, durante el Concilio Vaticano II, ciertas voces en la jerarquía tildaron de hereje a un joven alemán llamado... Joseph Ratzinger.

Sin embargo, poco a poco empezó a tejerse en torno a este profesor de teología la fama de teólogo conservador, que se consolidó años después cuando fue nombrado Prefecto de la Doctrina de la Fe por Juan Pablo II. En ese cargo, su principal bandera de lucha fue la reivindicación del “verdadero concilio”. Hablar de un concilio verdadero implica que hubo uno falso. En opinión de Hans Küng, con el reclamo de la verdadera interpretación Ratzinger no reivindicaba el nuevo principio; sino favorecía la continuidad con el pasado.

Uno está tentado a preguntar cómo fue posible que el joven teólogo celado por los conservadores pasara a ser el viejo prefecto fustigado por los liberales. Pero yo creo que esa no es la cuestión. La pregunta es si Ratzinger realmente cambió. Para intentar responderla, contrastaré en estas entregas la posición sobre la libertad que sostuvo Ratzinger en dos momentos de su carrera.

Empezaré con su comentario al artículo 17 de Gaudium et Spes, que la editorial Herder incluyó en su celebrada edición de los documentos del Concilio de 1968. En una segunda entrega, presentaré las reflexiones posteriores de Ratzinger sobre la libertad, aparecidas en un libro suyo titulado Fe, Verdad y Tolerancia, publicado originalmente en alemán en 2003.

Nota.- Estas entregas se basan en una ponencia que di la semana pasada en la PUCP y que será publicada con las notas respectivas en un futuro no muy lejano.

1.

El comentario del joven Ratzinger a Gaudium et Spes I 1: 17

Joseph Ratzinger fue invitado como observador al Concilio, entre otras cosas, porque era profesor en la Universidad de Tübingen, cuya facultad de teología gozaba de gran prestigio debido a su lograda síntesis de los aspectos históricos y especulativos del catolicismo, particularmente en lo referido a los estudios bíblicos. Entre los documentos que Ratzinger estudió y comentó está la Constitución pastoral Gaudium et Spes, que se ocupa de las relaciones de la Iglesia con el mundo de hoy.

Gaudium et Spes tiene una parte doctrinal y una aplicada. El primer capítulo de la parte doctrinal trata, entre otros temas, del hombre, el pecado, la inteligencia, la conciencia moral, la libertad, la muerte, el ateísmo, y la dignidad humana en Cristo. De todo ese conjunto destaco el artículo 17, titulado: La prestancia de la libertad. Para Ratzinger este es el artículo menos satisfactorio de toda la Gaudium et Spes. Le reclama la ausencia de la doctrina neo-testamentaria de la libertad, que se hallaba al parecer en los borradores previos. Una referencia a la imagen de Dios sin respaldo de la cristología trae como consecuencia, según Ratzinger, que lo más propio que la fe cristiana enseña sobre la libertad se muestre, paradójicamente, como lo menos capaz de diálogo con el mundo.

Veamos en detalle los seis cañonazos que Ratzinger dispara contra el artículo 17. Verán que antes de ser el famoso Panzerkardinal de la Doctrina de la Fe ya era todo un Panzertheologe.

1. La primera objeción de Ratzinger es que el artículo 17 tendría sentido si llegase gradualmente al núcleo del mensaje cristiano, abriendo desde el inicio la perspectiva de Cristo sobre la libertad. Pero el artículo no hace eso. Se abre, en efecto, con la perspectiva filosófica-secular, de la que no se desprende a todo lo largo de sus consideraciones. En ningún momento se menciona a Cristo y solo al final se recurre a la gracia divina de una manera no mediada.

2. Sobre los textos bíblicos citados, Ratzinger cree que han sido mal elegidos. Al enlazar el versículo del Eclesiástico sobre la libertad con la mención paulina del tribunal de Dios, el artículo reduce el tribunal de Cristo al tribunal de Dios, es decir, mantiene la reflexión en el ámbito de la teología natural. Esa es la segunda objeción de Ratzinger: el artículo 17 avala una de las corrientes de la sabiduría del judaísmo tardío.

2.1. ¿Qué hay que objetar a la sabiduría del Eclesiástico? Pues según el joven profesor de Tübingen, su optimismo ético, porque el Eclesiástico expone una ética discordante con la lectura cristiana. Ese optimismo halló fuerte resistencia en la teología crítica de Job y Qohelet, razón por la cual el lector cristiano no debería prescindir de la historia de Israel en su valoración de los libros sapienciales. En aquella etapa de su historia, la humanidad, representada por Israel, aún no podía comprenderse libre de la ley.

2.2. ¿Cuál es el efecto que esa mala teología produce? Arrancado del contexto histórico de la revelación, Ecl 15: 14 se convierte en sustento de una filosofía de la libertad inocua e irreal.

3. Ratzinger no solo critica los vacíos teológicos del artículo, sino también los filosóficos, pues los redactores pasaron por alto las sombras que arrojan la psicología y la sociología sobre la libertad humana. La libertad, según el futuro Papa, solo se realiza bajo el cerco de las determinaciones.

4. Ratzinger cree, además, que la terminología del artículo 17 es pelagiana, porque el documento afirma que el hombre “se libera de todo cautiverio de las pasiones, persigue su fin en la elección libre del bien y se procura los apoyos adecuados con eficacia y denodado empeño”. Después de sostener esto, dice Ratzinger, no basta con mencionar la gracia divina unas líneas más abajo, porque lo que el texto ha obviado es el dilema mismo de la existencia humana.

5. Es verdad que el artículo 17 añade que la gracia divina ayuda a la libertad para que actúe plena y eficazmente. Pero Ratzinger sostiene que la fórmula plene actuosus es semi-pleagiana y explica ese error como producto de una voluntad de optimismo que domina todo el documento. Para él, ese no era el optimismo de Juan XIII, quien lejos de proponer una ética estoica, remitía a la espiritualidad de la esperanza, a la buena disposición de la Iglesia frente al hoy y frente al mañana. “Aquí –aclara Ratzinger–, acerca de la medida de la alienación y de la corrupción humanas, [los redactores] se podrían haber dejado instruir por el marxismo. No tomarlas en serio no significa pensar en grande acerca del hombre, sino engañarlo respecto de la gravedad de su situación”. El resultado es un texto que, lejos de reflejar la problemática de la libertad humana, avala una visión empobrecida que solo la concibe como libertad de elección.

6. Ausentes están por completo la dimensión ontológica de la libertad, que Ratzinger formula como la capacidad que tiene el hombre de aceptar su propio ser y hacerse uno con él, así como su carácter dialógico, que se realiza a través del amor no condicionado. Solo desde esta plataforma, que el artículo 17 desatiende, puede comprenderse que la demanda de Dios no se opone a la libertad sino que la hace más bien verdaderamente posible.

No quedó nada

Por supuesto, para Ratzinger, no todo es negativo en el artículo 17. Reconoce que los redactores querían acoger desde la fe el valor que el hombre moderno confiere a la libertad personal. Lamenta, sin embargo, que esto se hiciera solo desde una perspectiva psicológica, sin atender los aspectos políticos y sociales de la libertad. Por último, rescata la intención del artículo, que según él es proteger al hombre de la manipulación social.

El joven teólogo de Tübingen, sospechoso de herejía, creía que el Concilio debía haber evitado la confusión entre la libertad y la ausencia de coacción, que se configuraba como la imagen predominante del ser libre en la opinión pública de la posguerra. En esa imagen se escondía en su percepción un determinismo negador de la responsabilidad moral, que permitía la manipulación, sobre todo por parte de los poderes que dominan el mercado. Si la libertad se reduce a la libertad de elección y se la fusiona con la verdad, el hombre deja de ser libre.

¿Cambió este modo de pensar con las décadas? No se pierda la siguiente entrega.


Escrito por

Luis Eduardo Bacigalupo

Anti-filósofo, profesor de filosofía dedicado al estudio de la religión, creyente escéptico, malleus maleficorum... etc.


Publicado en

El Ojo de Timón

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