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Instrucciones para ser un buen católico fascista

Publicado: 2013-02-01

Debido a ciertos errores cometidos en el siglo pasado, el fascismo goza de una muy mala prensa en nuestros días. Por eso, quien quiera ser un buen católico fascista en el siglo XXI, tiene que tomar en cuenta las siguientes pautas.

I. Pautas ideológicas

1. No se olvide que el credo fascista tiene siete pilares: anti-semitismo, anti-marxismo, anti-liberalismo, anti-democracia, anti-ideología de género, nacionalismo y caudillismo.

Los seis primeros son las ideas innatas de todo fascista y coinciden plenamente con el auténtico catolicismo, es decir, con aquella tradición no contaminada por el nefasto Concilio Vaticano II. El séptimo pilar siempre es un problema para los fascistas, porque hay cada imbécil que ha sido caudillo; pero para los auténticos católicos siempre hay la esperanza de que el Espíritu Santo provea finalmente al verdadero líder que las masas reclaman.

2. Recuérdese que el fascismo es joven y por eso requiere del apoyo de una tradición milenaria como la católica.

En el siglo pasado, el fascismo estuvo en el poder por muy poco tiempo y es comprensible que, debido a su juventud, no le haya ido muy bien. La mayoría de los caudillos, en muchos casos por sus propios errores, murieron en circunstancias un tanto incómodas. Pero tampoco faltó quien muriera de viejo. Es necesario recurrir a la oración y a los libros de historia para no volver a cometer errores.

3. Recuérdese que el tesoro más preciado que la tradición católica brinda a la política secular son los viejos hábitos del silencio y el encubrimiento.

No haber cultivado con esmero esas dos virtudes ha sido el gran error de juventud del fascismo en el siglo XX. Con eso en mente, vuelva el católico fascista a la brega política, imbuido como siempre del Espíritu de la Caridad, con el objetivo de llegar al poder e instaurar una dictadura desarrollista. Pero ya no a las patadas ni a balazos, ni con garrotes y uniformes, que eso es muy difícil de encubrir, sino con estrategias más refinadas y sutiles, como aquellas que abundan en la tradición curial, sobre todo a partir del Renacimiento.

II. Pautas pragmáticas

4. Conmuévase a las masas con el ideal de un renacer nacional que solo puede lograrse si se reafirma la identidad católica de la nación.

Esto solo da buenos resultados si se plantea en el marco de una gran confrontación nacional, a la manera de una cruzada. Para ello hace falta tener enemigos internos claramente identificados y, en colaboración con los medios masivos, es indispensable desarrollar una teoría de la conspiración que sea realmente persuasiva.

5. No se tenga reparos en culpar a comunistas, marxistas, socialistas y liberales de todos los males que sufre la sociedad.

Al lanzar la cruzada, déjese entrever que hay conspiradores invisibles que mueven como títeres a todos esos asociales. No se olvide sugerir que hay un mal intrínseco a la vida política moderna que daña al bien común. Pero nunca se mencione en público a los judíos como los conspiradores ni se declare enemigo de la democracia, porque hoy esas verdades levantan escándalo y pueden desanimar a los católicos menos esclarecidos.

6. Una vez que aparezca en escena el verdadero caudillo, se ha de consolidar un frente fascista, o un partido o un movimiento, úsese por último al ejército si todo lo demás falla, pero no se prescinda de una base estructural que permita actuar con mando vertical en todo el territorio de la nación.

Recuérdesele siempre al caudillo que solo en la verdadera religión el fin justifica los medios, y adviértale que tenga mucho cuidado cuando recurra a medios ilícitos o al dinero procedente de la corrupción. En algunos países, escándalos de ese tipo pueden hacer retroceder décadas al fascismo católico como alternativa a la democracia liberal.

7. Por último, téngase en cuenta que el uso del terror como arma política ya no puede ser explícito.

Modérese el fascista católico y solo aterrorice a los adversarios de forma sutil. Hoy esto se logra principalmente mediante sistemas de espionaje basados en la tecnología más avanzada. Con mucha cautela, hágale saber al enemigo cuánto sabe y lo que está dispuesto a hacer con esa información.

¡Cara al Nuevo Sol!


Escrito por

Luis Eduardo Bacigalupo

Anti-filósofo, profesor de filosofía dedicado al estudio de la religión, creyente escéptico, malleus maleficorum... etc.


Publicado en

El Ojo de Timón

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