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Ni una ideología menos

Cinco puntos sobre el uso de ‘ideología’ que sería caritativo considerar antes de criticar la ideología de género

#NiUnaMenos

Luis E. Bacigalupo

Publicado: 2016-08-03

1. Todos tenemos algún tipo de ideología

Propongo entender por ideología el conjunto más o menos completo de creencias morales, religiosas, metafísicas, políticas, jurídicas y filosóficas, que conforma nuestra visión idealizada de la realidad. Se trata de una visión universal (válida para todos los seres humanos) e independiente de las relaciones sociales (no determinada por condicionamientos reales).

La función de esa visión ideal, abstracta de la sociedad puede ser normativa o ‘plurárquica’ (i.e. basada en más de un principio). Es normativa si pretende imponer un orden ideal a la sociedad basado en un único principio supremo; es ‘plurárquica’ si promueve la gestación y convivencia pacífica de diversos órdenes posibles a partir de diversas condiciones reales.

Si aceptamos esta definición como punto de partida, podríamos concluir que todos tenemos algún tipo de ideología.

2. La Iglesia Católica promueve una ideología de género normativa

Las expresiones doctrinales de la Iglesia Católica muestran una comprensión del sexo y la sexualidad que está teológica y biológicamente determinada. Se cree que Dios creó al ser humano ‘interposita natura’, lo que en la práctica significa que la conducta humana no solo está normada por los diez mandamientos y el mandamiento supremo del amor, sino además por la visión ideal que el magisterio eclesiástico tiene de la naturaleza humana.

Si aceptamos que el sexo y la sexualidad están biológicamente determinados, podríamos concluir que la Iglesia promueve una ideología de género normativa, basada en su comprensión (presupuesta, pero no esclarecida) de la biología.

La feligresía católica y quienes de algún modo se sientan afectados por las sentencias del magisterio eclesiástico sobre género deberían exigir a la Iglesia la motivación de la norma, i.e. un razonamiento teológico que ate a Dios y al hombre a una comprensión de la naturaleza consistente con el resto del sistema.

3. El feminismo promueve una ideología de género ‘plurárquica’

Las expresiones públicas de la llamada “ideología de género” muestran una comprensión según la cual el sexo y la sexualidad son construcciones históricas, social y culturalmente condicionadas. Según esa visión, los géneros no son solamente dos y, en condiciones ideales, los individuos podrían elegir su propio género con entera libertad. El aspecto biológico, i.e. reproductivo de la sexualidad, no prima sobre otros aspectos vinculados, el principal de los cuales es la construcción libre de la propia identidad.

Si aceptamos que el sexo y la sexualidad tienen esa función de identidad, podríamos concluir que el feminismo promueve una ideología de género ‘plurárquica’, basada en una cierta comprensión ideológica de la subjetividad humana y en una ontología del proceso, contraria a la ontología de la sustancia.

Tampoco conviene ser solo un actor del cambio global que no alcanza a comprender, aunque sea mínimamente, qué es lo que en el fondo está cambiando.

4. Sobre la naturaleza biológica del ser humano, ¿no sería razonable darle la palabra a la biología?

La biología está investigando y generando nuevos conocimientos acerca del pensamiento, la voluntad, los sentimientos, el dolor, la memoria y la identidad de las personas. Sobre esas nuevas bases científicas, las disciplinas académicas que se ocupan de los diversos aspectos de la vida humana (incluida la teología católica), están llamadas a hacer una re-interpretación de sus presupuestos y generar desde ahí nuevas perspectivas para una comprensión ideal, es decir, una visión posible y deseable del ser humano en sociedad.

Si aceptamos que esto está ocurriendo en la investigación científica, podríamos concluir que la biología debería tener la primera palabra acerca de la condición biológica de los géneros.

A partir de ahí, cada escuela de pensamiento podría tomar las posiciones críticas que requiera para mantenerse fiel tanto a la razón como a las exigencias de su propia tradición.

5. Una democracia debe educar en el buen uso de las ideologías

Algunos representantes del discurso oficial de la Iglesia Católica usan la palabra ideología de la peor manera posible: solo para desmerecer las posiciones contrarias ante los legisladores. En la práctica, eso es una acusación velada que pretende que se legisle en contra de esas posiciones y el contexto actual no está como para permitirnos esos excesos.

Ser caritativo con el prójimo en estos debates no es invalidar de antemano su ideología sobre la base del poder que aún se tiene en sociedad que no acaba de comprender que el Estado es laico. Ser caritativo pasa por asumir que las posiciones contrarias tienen un sentido, sentido con el que, por razones sólidas y debidamente expuestas en el espacio publico, se puede estar, sin embargo, en completo desacuerdo.

La sociedad civil en una democracia debería velar porque exista siempre un balance entre la voluntad política del legislador y una opinión pública ideológicamente bien informada (y, dicho sea entre paréntesis, la llamada “TV basura” no ayuda mucho en esa tarea).



Escrito por

Luis Eduardo Bacigalupo

Anti-filósofo, profesor de filosofía dedicado al estudio de la religión, creyente escéptico, malleus maleficorum... etc.


Publicado en

El Ojo de Timón

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